La calidad de nuestra digestión tiene un impacto importante sobre nuestra piel. Si tenemos una digestión desequilibrada, si ingerimos alimentos inflamatorios como las grasas saturadas y los ultraprocesados, se liberan toxinas en nuestro torrente sanguíneo que pueden generar inflamación en el organismo. Nuestra microbiota intestinal, que se compone de bacterias, responde a la alimentación y esta inflamación se puede traducir en hinchazón en la piel, especialmente en aquellas con tendencia al acné, eccemas o rosácea.
La producción natural de colágeno y ácido hialurónico también se ve perjudicada cuando hay inflamación porque nuestro sistema inmunológico busca combatir y esto puede dar lugar a respuestas como dermatitis atópicas, eccemas y erupciones.
La piel siempre va a ser un reflejo de nuestra alimentación, por lo que prestar mayor atención a lo que consumimos nos va a brindar beneficios importantes a corto, mediano y largo plazo. Si tus problemas de piel persisten y quisieras una asesoría sobre cómo mejorar la salud de tu piel, te espero en mi consultorio con los brazos abiertos.